Historia de la Mayonesa
La más popular, entre nosotros, de las salsas frías es, indudablemente, la "Salsa Mayonesa", lamentablemente distorsionada por la industria, la misma que la popularizó en ciertos niveles y que, con seguridad, rechazarían nuestros abuelos, que contaban, en cada familia, con una persona que sabía prepararla "sin que se cortara" agregando, gota a gota, el buen aceite de oliva a la emulsión de yemas de fresquísimos huevos.
Difícilmente hoy podamos encontrar en las jóvenes amas de casa o pretendidos aficionados, a uno que la prepare tal como entonces. Se dice que su origen tendría vinculación con el duque de Richelieu, mariscal de Francia y sobrino segundo del renombrado cardenal. Cuando el militar desembarcó con sus batallones en Menorca, en 1756, para poner sitio al castillo de San Felipe, ocupado por los ingleses, pidió en un mesón algo con qué calmar su apetito y así conoció esta salsa acompañando carnes y hortalizas frías. Fue tal su aprobación que, una vez interiorizado de su preparación, llevó la fórmula a los cocineros de Luis XV, verificando su correcta elaboración; en ese entonces, servida en los banquetes de la corte en el palacio; luego, divulgada masivamente, por los comensales, hasta el resto del mundo.
La más popular, entre nosotros, de las salsas frías es, indudablemente, la "Salsa Mayonesa", lamentablemente distorsionada por la industria, la misma que la popularizó en ciertos niveles y que, con seguridad, rechazarían nuestros abuelos, que contaban, en cada familia, con una persona que sabía prepararla "sin que se cortara" agregando, gota a gota, el buen aceite de oliva a la emulsión de yemas de fresquísimos huevos.
Difícilmente hoy podamos encontrar en las jóvenes amas de casa o pretendidos aficionados, a uno que la prepare tal como entonces. Se dice que su origen tendría vinculación con el duque de Richelieu, mariscal de Francia y sobrino segundo del renombrado cardenal. Cuando el militar desembarcó con sus batallones en Menorca, en 1756, para poner sitio al castillo de San Felipe, ocupado por los ingleses, pidió en un mesón algo con qué calmar su apetito y así conoció esta salsa acompañando carnes y hortalizas frías. Fue tal su aprobación que, una vez interiorizado de su preparación, llevó la fórmula a los cocineros de Luis XV, verificando su correcta elaboración; en ese entonces, servida en los banquetes de la corte en el palacio; luego, divulgada masivamente, por los comensales, hasta el resto del mundo.